lunes, 16 de febrero de 2009

EL ÒRÌSÀ ÒGÚN u OGUN

EL ÒRÌSÀ ÒGÚN u OGUN

Ògún es un Òrìsà masculino del panteón Yòrùbá, fuerte intrépido y arrogante.
Está relacionado a la metalúrgica y la tecnología; y a todo cuanto tenga concomitancia con las guerras, luchas y batallas. Por lo anteriormente dicho, Ògún es el prototipo del guerrero y, además, está a cargo de todo lo relacionado con las conquistas, la caza, el hierro y uso de todo implemento confeccionado con ese material específico.
Las historias del paso de Ogún por la tierra lo muestran como un aguerrido peleador de inestable y arrebatado carácter. Su arrolladora bravura, casi roza el concepto de tiranía e imperialismo tenaz.
Su parcialidad y violencia no le permiten medir consecuencias. Nada detiene su brazo en afán de conquistas. Las lides son su habitad natural y si lo provocan, su espada victoriosa arrasa con todo cuanto se oponga a su objetivo final.
Es orgulloso, le gusta que reconozcan su bravura y detesta ser desobedecido.
Su triunfo en la batalla, hace morder el polvo a sus enemigos, que sucumben ante su poder, rindiéndose totalmente, sometidos por la fuerza exuberante del gran guerrero.
La energía que Ògún posee es creativa, exuberante, explosiva e indomable. Nada lo detiene hasta lograr su objetivo, su capacidad de trabajo y visión práctica de cualquier hecho, le proporciona logros concretos
Este guerrero mítico, es considerado símbolo del trabajo eficiente y constante, laborando la naturaleza misma, mientras la prepara para un sistemático y productivo rendimiento.
Ogun es prototipo de la fuerza productiva, que martillando en el yunque va transformando a golpes y calor el hierro en acero. Su gran fuerza y tenaz constancia, convierten las láminas de acero en las espadas, lanzas y escudos, que sirven para salir a conquistar la vida.
Su capacidad de trabajo y visión práctica de los hechos, le permiten logros increíbles, pero como la imparcialidad no es uno de sus dones, algunas veces la ciega impulsividad que lo domina, hace que reaccione sin medir consecuencias, arrasando a su paso, con todo cuanto encuentra. Pero cuando se considera respetado y sabe que no le mienten, juzga como correcto lo que se le pide, sin tomar en cuenta que la persona sea culpable o inocente, el ayuda y protege sin límites.
Tal como Èsù, Ògún posee dominio sobre los caminos ya que es el responsable directo de caminos, bifurcaciones, rutas, caminos en construcción y los cruces que unen ciudades o pueblos.
Si Èsù es responsable por el tráfico en los cruces de caminos, Ògùn es el que determina quien puede o no pasar por ellos.
En opinión de Monique Augras, la función del Òrìsá Ògún es realizar en el astral las guerras que los seres humanos no logran vencer. Como amante, Ògún es apasionado y directo en los requerimientos. No pierde tiempo en sutiles seducciones y aborda casi agresivamente a la mujer que le interesa. El amor para el, es una batalla mas a ganar y expresa ardiente e impacientemente su intensa sexualidad.
Nada lo detiene cuando su corazón desborda de pasión, y si se ve rechazado, no claudica, continúa insistiendo en su cometido, porque hasta el amor es para el, una batalla a vencer. Ogun no acepta derrotas, no soporta sentirse frustrado ni despreciado por nada, ni nadie.
Esa actitud tan intempestiva y belicosa dan a sus romances una cuota de intensa y fogosa pasión, que aunque suele ser corta, no deja de ser profunda y sentida.
Para Ogun es difícil aceptar la idea de consolidar raíces o formar un hogar estable. Su paso por el amor, suele ser tan fugaz como fuerte y en rigor de verdad, prefiere ser centro en las batallas, a encerrar su bravura recostado en la cómoda y mullida cama de una confortable casa. El es un valiente guerrero, magnífico cazador e incansable viajero que ama y odia con la misma pasión.
La pasión de éste Òrìsà surge de todas y cada una de las situaciones vividas por él en la tierra. Tal como ésta que dice que en la época que Ògún vivía con Oya, había dejado las luchas para establecerse y formar un hogar.
Por esos días era el herrero más cotizado de la comarca y su mujer, lo acompañaba, ayudándole en las tareas diarias cargando sus herramienta, manejando el fuelle para activar el fuego de la forja y sirviendo para él, vino de palma al que era muy afecto.
Cierto día y como agradecimiento a su dedicación, Ògún obsequió a Oya una espada curva de hierro, con el mango ornamentado en cobre, bronce y oro, semejante a la suya. Dicha espada era un arma poderosa y que Ògún utilizaba con éxito en las batallas y tenía el poder de dividir a los hombres en siete partes, y en nueve a las mujeres. La pareja era esporádicamente visitada por Sango quien pasaba largas horas sentado cerca del fuego admirando la forma en que Ogún trabajaba el hierro, mientras de reojo observaba a la hermosa mujer de su amigo. Oya, a su vez gustaba de ese elegante Òrìsá de cabellos trenzados, vestimentas fastuosas y adornos de pulseras y collares magníficos. Sin duda su elegancia contrastaba con la simpleza y austeridad de su marido, con el que Oya, desde hacía tiempo estaba molesta por haberla herido al hacer público un secreto personal que le jurara nunca revelar.
El amor nació entre Oya y Sàngó, que no pudiendo resistir tamaña pasión, decidieron huir para vivir juntos.
Ògún enfurecido por la traición se lanzó en persecución de los amantes abriéndose paso con su machete, hasta que un buen día encontró a los fugitivos.
Presto y feroz, blandiendo su mágica espada atacó a Oya, quien al mismo tiempo, cruzo la suya y éstas se tocaron, dividiendo a Ògún en siete partes y a Oya en nueve.
Fue a sí como el Òrìsà guerrero quedó dividido en siete partes idénticas, siendo por ello que cuando se hace referencia a Ògú, se lo llama Mejè, que significan; loas siete pasajes de Ògún; y Oya quedó dividida en nueve partes, recibiendo el nombre de Iyansa..